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lunes, 26 de septiembre de 2011

Del burdel al palacio

El papel de la mujer en la historia, en normas generales, siempre ha estado relegado a un segundo plano. En su mayoría son los hombres los que acaparan los grandes relatos y las suspicacia e interés de los grandes historiadores. Aún así y como nos demuestra la sociedad en la que vivimos, la mujer tiene una gran importancia, pudiendo desempeñar un papel fundamental en cualquier oficio al que se dedique.
Este es el caso de Teodora, célebre prostituta y actriz a comienzos del reinado del emperador Justiniano I (527-565). Se dice de ella que era la meretriz más famosa y placentera de toda Constantinopla, con una habilidad fuera de lo normal para el sexo. Como es habitual la fama lo es todo, y una mujer tan bella y tan dedicada a su oficio, pronto comienza a suscitar el interés de las más altas esferas. Eso pasa ahora y hace 1500 años, en eso el mundo no evoluciona. El caso es que Teodora despertó el interés de uno de los personajes más importantes de la historia, el emperador del Imperio Bizantino, Justiniano I, quién seguramente al probar repetidamente los encantos de esta mujer, no pudo evitar enamorarse de ella, o al menos obsesionarse con las cosas que le hacía en la cama. Prueba de ello es el desesperado intento del emperador para conseguir revocar la ley que impedía el casamiento entre clases sociales distintas. Tras una ardua lucha Justiniano lograba su objetivo casándose con Teodora. Sorprendentemente una prostituta pasaba a ser la mujer más importante de un Imperio que se encontraba en su máximo esplendor. ¿Acaso alguien se imagina a una las “colegialas“de Berlusconi llegando a ser primera dama de Italia?. El caso es que lejos de amedrentarse ante su nuevo cargo o dedicarse exclusivamente a dar placer a su esposo, la nueva y flamante emperatriz Teodora inició una serie de reformas que constataban su gran habilidad como gobernanta y legisladora. Además de ser la mujer más apetecible de Constantinopla también era la más sensata. La prueba de ello está en la aprobación del matrimonio entre personas de distintas razas, la posibilidad de que la mujer pudiese solicitar el divorcio, el hecho de que se castigase duramente la violación o la regulación de los burdeles prohibiendo la prostitución forzosa. Como vemos Teodora sabiamente intentaba proteger de la mejor manera a las mujeres que en esos momentos se encontraban en una situación tan terrible como la que había que tenido que soportar ella tiempo atrás. De esta manera nos encontramos ante una mujer sorprendente capaz de llevar al éxtasis a cualquier hombre o mujer por medio de su documentada habilidad sexual, como de conducir y contribuir a hacer más grande si cabe la hegemonía de aquel Imperio bizantino, siendo incluso beatificada por la Iglesia Ortodoxa. El caso de Teodora de justifica en la suerte por su belleza, pero también en el esfuerzo y aplicación de su notable inteligencia, ya que al fin y al cabo no creo que nadie dude que era la mejor en su oficio.

domingo, 25 de septiembre de 2011

CUANDO HACES BLOG YA NO HAY STOP

Al igual que las famosas patatas, el mundo bloggero te engancha de tal forma que no puedes abandonarlos a medias, con un simple artículo o con una falsa promesa "la última que me como". Así pues, volvemos a retomar nuestros escándalos con la crítica irónica y desenfadada que nos caracteriza y sobretodo con la promesa de seguir destapando todo aquello que se esconde debajo del edredón.

Hoy comenzaremos desmontando un mito ¿o no? Juzgad por vosotros mismos. Fernando VII (1784-1833), "el deseado", fue un rey de dudosa reputación, conocido en muchos ámbitos como "el rey felón" por lo malvado de sus castigos. A pesar de ello seguro que más de una mujer hubiese deseado ser castigada por el monarca ya que era conocido en toda la Corte el tamaño de su pene y los problemas que eso le trajo. Su deseo de tener descendencia le hizo casarse hasta en cuatro ocasiones, siendo su última esposa, María Cristina la única que pudo concebir dos hijas (la futura Isabel II y Luisa Fernanda) de tan espléndido monarca. Las tres anteriores sufrieron abortos e incluso su segunda esposa murió por un desgarro vaginal (producido durante el coito) en un embarazo. Os preguntaréis ¿Qué tenía María Cristina que no tuvieron las esposas anteriores? La respuesta es simple: Un cojín. El médico de la Corte fabricó a Fernando VII una especie de almohada con un círculo en el medio con el que poder penetrar a la reina sin provocarla desgarros ni heridas. Romántico donde lo haya...


Este no ha sido el único monarca que ha padecido de centímetros de más, Carol II de Rumanía (1893-1953) también sufrió lo suyo con su miembro. Por dar un simple detalle todas las mujeres con las que se acostaban debían someterse antes a una operación quirúrjica para preparar su vagina. No sé si hoy en día se hubiesen convertido en los enlaces porno más pinchados en Internet, pero de lo que estoy segura es que ellos no pensaban eso de: Caballo grande, ande o no ande.